« El Evangelio de Hoy »: Marcos 10,28-31
Lectura del santo evangelio según san
Marcos:
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a
Jesús: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido."
Jesús dijo: "Les aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o
madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en
este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y
tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros
serán últimos, y muchos últimos primeros." Palabra
del Señor.
Reflexión
Fijémonos
bien que El Evangelio de Hoy habla de dejar por el Evangelio y no por cualquier
otra cosa. A veces tenemos la sensación
de que la vida cristiana es un asunto de dejar y no de acoger. Personalmente
creo que el acento hay que ponerlo en el acoger el Evangelio, acoger la
propuesta de Jesús, su modo de ser, sus actitudes frente a las personas, su
acercamiento a los necesitados y su manera de vivir de cara a Dios y sus
realidades. El dejar cosas y personas es secundario, es consecuencia de acoger
lo que creemos esencial, importante y valioso. Acogemos lo que sentimos que nos
realiza como persona y nos proyecta hacia la plenitud. Sólo se deja lo que
estorba, contradice y aplaza nuestros proyectos vitales.
Con su
pregunta Pedro quizás quiere oír de Jesús un anuncio de premios y privilegios
futuros por sus actos de desprendimientos como discípulos, pero la
respuesta de Jesús se orienta en otra dirección: es necesario trabajar en el mundo presente para
cambiar las condiciones del mundo futuro. Nosotros nos maravillamos de las
tecnologías de nuestra época, pero no nos damos cuenta de que son el producto
de muchos esfuerzos y sacrificios de épocas anteriores. También consideramos
óptima nuestra vida en comparación de la esclavitud de la Antigüedad o de la
servidumbre en la Edad Media, pero no nos damos cuenta de que este estilo de
vida exigió la lucha y el sacrificio de muchas generaciones de obreros y
empleados. Jesús nos pide descubrir qué nos ofrece el mundo presente y qué
tendríamos que hacer para hacer posible una vida digna en el mundo futuro.
La vida asumida según
el evangelio hará posible que se den las condiciones que el mismo Evangelio
describe como presencia del Reino de Dios, justicia, fraternidad, verdad… esto
hará desaparecer la vergonzosa desigualdad que se vive en nuestro mundo. De manera que vivamos el
Evangelio, no buscando cumplir con unas normas y prohibiciones sino como una
manera de forjar el futuro que Dios quiere para toda la humanidad. Asumamos el
amor, la justicia, la fraternidad; o como diría San Agustín, “amas y haz lo que
quieras”.
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