"El Evangelio de Hoy”: Juan 10,22-30
Lectura del santo evangelio según san
Juan:
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de
la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el
pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: "¿Hasta cuándo
nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente."
Jesús les respondió: "Se lo he dicho, y no creen; las obras que yo hago en
nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero ustedes no creen, porque no
son ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie
puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno."
Reflexión
El día de los trabajadores y trabajadoras.
Muchos hablan del trabajo como un
castigo, debido a una interpretación pobre de Génesis 3, que habla del pecado
original y sus consecuencias. El verdadero sentido de "ganarás el pan con
el sudor de tu frente" (Génesis 3,17) es finalmente un camino de
redención, y no una especie de desquite de Dios.
En su Encíclica Laborem Exercens
el Papa Juan Pablo II elabora dos sentidos complementarios del trabajo:
"objetivo" y "subjetivo." El primero se refiere a la
transformación que acontece en el mundo por virtud de la labor conjunta de
aquellos que trabajan. Es el mundo de la técnica. El segundo sentido, es más
profundo, pues alude a la manera como el acto de trabajar hace distinto al
trabajador: obrando en el mundo está también obrando en sí mismo y en cierto
sentido esculpiendo su propia figura, definiendo su propio ser.
Cuando pensamos en los obreros o la
clase trabajadora, la idea de "masa" puede visitarnos fácilmente.
Quizás porque los trabajos más humildes requieren uniformes que hacen
desaparecer las particularidades de cada historia de cada obrero, cuando bajo
un manto de uniformidad es su labor la que brilla y no su vida, su familia o sus
creencias y convicciones.
La Biblia tiene una expresión favorita
para referirse a esta clase de personas, las que parecen relegadas al último
renglón y cuya historia no parece interesar a nadie. A menudo son ellos y
ellas, los postergados, quienes tienen la más firme certeza de que hay un Señor
que está por encima de todos los señores que ellos han conocido. Por eso la
Biblia llama a estas personas los "Pobres de Yahveh," los Anawim,
los que todavía esperan la realización de las promesas de salvación que le ha
revelado Dios.
El hecho de que el Hijo de Dios venga a
la casa del obrero y se convierta en "hijo del artesano" muestra más
que mil discursos cómo es gracia la gracia y cómo es regalo la salvación. Son
muchos y muchas los que hoy no tienen un trabajo digno para ganarse el sustento
cotidiano. Que Dios bendiga abundantemente a todos los trabajadores, a todas
las trabajadoras hoy y siempre. Y que nos ayude a organizarnos mejor como
sociedad para garantizar un medio de trabajo a cada ser humano. Fray Nelson
Medina, O.P.
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