EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 12 de abril de 2012

JESÚS ESTÁ VIVO


 “El Evangelio de Hoy”: Lucas 24,35-48

Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a ustedes." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué se alarman?, ¿por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo."
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto."

Reflexión.
Es evidente que el evangelista quiere afirmar, a través de este relato, que el resucitado es el mismo Jesús de Nazaret que anunció con autoridad la Buena Nueva del Reino; que no es un cadáver reanimado, sino que realmente es el mismo Señor, quien, gracias a la resurrección, se vinculó plenamente a la vida divina del Padre. Obviamente el evangelista es consciente de que Jesús no está sujeto ya a las limitaciones de un cuerpo; sin embargo, debido a la comprensión judía de la realidad que es siempre particular y concreta, es necesario insistir en la corporalidad del Jesús resucitado; por eso, en este relato Jesús habla, camina y come. La resurrección, entonces, fue un hecho histórico, en el sentido de que realmente sucedió, pero no lo es en el sentido de que lo podamos comprobar en el espacio y en el tiempo. Este acontecimiento, que es el centro de la fe cristiana, tiene razón de ser únicamente si es visto desde el punto de la fe, tal como lo hicieron los discípulos, quienes percibieron la presencia del Señor, a través del asumir como propio el anuncio del Reino de Dios; es decir, convirtiéndose en verdaderos testigos de la resurrección. (Koinonía)

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