EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 28 de julio de 2022

DEJEMOS QUE DIOS NOS SALVE




 

“El Evangelio de Hoy”: Mt 13, 47-53

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí."

Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo bueno y lo antiguo."

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

 

Para terminar su sermón de las parábolas, el evangelio de Mateo nos deja hoy una parábola síntesis. Ésta retoma el tema del discernimiento. El don del Reino nos llama a saber discernir lo que es mejor de acuerdo a la voluntad de Dios. Frente a la propuesta del Reino las personas nos dividimos entre quienes lo acogen con alegría y aquellos que lo rechazan. No hay términos medios. Se necesita inteligencia y decisión para acertar en la elección. Quien sabe discernir y encuentra el tesoro del Reino, buscará realizar en su vida la voluntad de amor que el Reino revela. Es capaz de comprender realmente las enseñanzas de Jesús y escoger entre lo nuevo y lo antiguo, aquello que mejor responde a la enseñanza de Jesús. El Evangelista San Mateo, él que era un escriba, es un ejemplo de quienes escuchan el llamado de Jesús y sabe discernir y aceptar seguirlo, viviendo los valores del Antiguo y del Nuevo Testamentos.  

 

El Reino de Dios es una oferta para todos. El mar es de todos, y desde éste, todos podemos ser atrapados o invitados a formar parte de la familia de Dios. La red llena representa a todo el pueblo de Dios. Evocando la imagen del juicio final, estar entre los peces elegidos o los expulsados, dependerá de la forma como hayamos vivido nuestro cristianismo, nuestro seguimiento de Jesús. De esta manera, cada cristiano es en el juicio su propio abogado y su propio juez, pues todo dependerá de pasar la película de nuestra vida delante de los ojos de Dios, y mostrar en ella su coherencia con el proyecto de Jesús. Pidamos la fuerza de Jesús para aprender a ser libres y al mismo tiempo consagrados a la voluntad de Dios.

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