“El Evangelio de Hoy”, Jn
19, 25-37
Lectura del Santo Evangelio según San Juan.
Junto a la cruz
de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás y María
Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo
a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al discípulo: “Ahí
tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se
cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno
de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo,
se la cercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”.
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el
día de la preparación, para que no se quedasen los cuerpos en la cruz el
sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les
quebraran las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él;
pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y
al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es
verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también ustedes crean. Esto
ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”: y
en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”. Palabra del Señor.
Reflexión
Cada año, el último sábado de mayo
celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Sagrado. Ella es la abogada de las
causas difíciles y desesperada. Este nombre fue dado a la Virgen María por el
Padre Julio Chevalier y sus compañeros, en Francia, para agradecer a nuestra
Señora su intercesión a favor de la fundación de una Congregación dedicada a
llevar a todo el mundo el amor al Sagrado Corazón de Jesús. La Familia
Chevalier compuestas por Hermanos y hermanas consagradas, consagrados y laicos
se ha encargado de la difusión de la espiritualidad mariana bajo la advocación
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Se trata de reconocer lo cerca del
Corazón de Jesús que está Nuestra Señora y de contemplarlo en su vuelco hacia
los más necesitados de su amor generoso. Que
Nuestra Señora interceda por nuestras familias. Que Dios nos libre de todo mal.
Vivamos nuestra fe y confiemos en la promesa de Jesús. Pidamos a
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que interceda por nosotros ante su hijo
Jesús para que nos libre de pretensiones y nos ponga al servicio de su Reino.
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