“El Evangelio de Hoy”: Mc 13, 33-37.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - Miren,
vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue
de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando
al portero que velara. Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de
la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer:
no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes,
lo digo a todos: ¡velen! Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Iniciamos el Tiempo de Adviento. Hay un grito que
se repite en el mensaje evangélico y se condensa en una sola palabra: «Velen!».
Es una invitación a vivir de manera lúcida, sin dejarnos arrastrar por la
insensatez que parece invadirlo casi todo. Una invitación a mantener despierta
nuestra resistencia y rebeldía, a no actuar como todo el mundo, a ser
diferentes, a no identificamos con tal mediocridad. Para eso lo primero es
aprender a mirar la realidad con ojos nuevos. Las cosas no son sólo como
aparecen en los medios de comunicación. En el corazón de las personas hay más
bondad y ternura que lo que captamos a primera vista. Todo cambia cuando
miramos a las personas con más simpatía, tratando de comprender sus limitaciones
y sus posibilidades.
Es importante no dejar que se apague en nosotros el
gusto por la vida y el deseo de lo bueno. Aprender a vivir con corazón y querer
a las personas buscando su bien. No ceder a la indiferencia. Vivir con pasión
la pequeña aventura de cada día. No desentendernos de los problemas de la
gente: sufrir con los que sufren y gozar con los que gozan. Las comunidades
cristianas deberían ser un lugar para aprender a vivir despiertos, sin cerrar
los ojos, sin escapar del mundo, sin pretender amar a Dios de espaldas a los
que sufren. Vigilar es ser conscientes de lo que pasa y apostar a lo que Jesús
nos muestra con su vida y su palabra.
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