EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 17 de noviembre de 2017

COMO ANTES

“El Evangelio de Hoy”: Lc 17, 26-37 Lectura del santo evangelio según san Lucas: En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acuérdense de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Les digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán, estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán".Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" El contestó: "Donde está el cadáver se reunirán los buitres". Palabra del Señor. Reflexión Jesús analiza la realidad presente a partir del ejemplo contenido en textos y acontecimientos del pasado. Los relatos del diluvio y de Sodoma le sirven para comparar los signos que acompañan la llegada del mesías. La palabra de Dios, anunciada y vivida con radicalidad, ha sido siempre signo de contradicción y objeto de persecución. La imagen del Hijo del Hombre es el referente ideal de un mesías que, en medio de conflictos y contradicción, propone un nuevo modelo de vida y sociedad, más humana, más justa y más fraterna. Pero para los poderosos se convierte en un proyecto que, como una lluvia, en tiempo de Noé o el fuego, en tiempo de Lot, amenaza con destruir sus mezquinos y egoístas intereses. Somos invitados como creyentes a vivir la esperanza y no distraernos en nuestra marcha hacia la realización humana, siguiendo los pasos de Jesús. No hay nada que temer, Jesús nos acompaña y anima.

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