EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 10 de mayo de 2017

JESÚS ES LUZ Y NOS REVELA A DIOS

“El Evangelio de Hoy”: Jn 12,44-50

Lectura del santo evangelio según San Juan

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre." Palabra del Señor.

Reflexión

Jesús es la presencia misma de Dios. Él nos revela realmente quién es el Dios Amor de que nos hablan las sagradas Escrituras. Por eso Jesús nos habla de él diciéndonos que quien lo ve a él ve al mismo Dios Padre. Dios es lo que Jesús nos revela de él: Un Padre amoroso dispuesto a darlo todo, hasta a su propio Hijo por la humanidad. Dios amor, salud, paz, alegría, compartir con los marginados y atención para todos. Tenemos mucho que aprender de Jesús. Encarnemos sus actitudes frente a los otros y estaremos llenos de alegría.

Desde el primer capítulo de su Evangelio, Juan establece una antítesis entre la luz y la oscuridad invitando a la humanidad a escoger la luz como solución a los impases de la vida integral. Jesús es la luz y se ofrece como alternativa pero no se impone. Jesús se declara como Luz del mundo; y queda claro que la finalidad de la Encarnación no es juicio y condenación, sino salvación y vida plena. Concluyendo el capítulo 12 del evangelio de San Juan, Jesús declara la fidelidad de su palabra a la Palabra del Padre. Queda abierta la puerta para que el creyente acepte o rechace la oferta de salvación de Dios por medio de su Hijo. Siempre ofrece amor y salvación.

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