EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 20 de julio de 2016

EL RESTO CAYÓ EN TIERRA BUENA

“El Evangelio de Hoy”: Mt 13, 1-9

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó de seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El evangelio de hoy constituye el inicio de otro de los 5 grandes discursos del evangelio según San Mateo. Al igual que en el sermón de la montaña Jesús se sienta, pero esta vez a la orilla del lago. Jesús se sienta como un maestro experto en la asignatura del Reino de los cielos para enseñar su propia experiencia del Dios Padre que está presente en la historia para construir su Reino de amor. En el capítulo 12 Mateo nos habla del rechazo a la misión de Jesús, en este capítulo 13 iremos leyendo su explicación del por qué el Reino puede ser discutido o ignorado por algunos y aceptado por otros.

Jesús le habla a la multitud. Su enseñanza no constituye ningún misterio, se dirige a todos y todas. Pero deja saber que para acceder a su enseñanza se requieren ciertas condiciones. Se presentan cuatro casos, en los tres primeros la palabra no es acogida; el último, en cambio, nos habla de un buen y variado resultado, de ciento, sesenta y treinta por cientos. Los fracasos de la semilla están en relación con quienes se niegan a escuchar la Palabra, los duros de corazón. Pero no todo es fracaso, la Palabra es también acogida y da fruto. Pidámosle al Señor que nos ilumine con su espíritu de sabiduría para que podamos abrir nuestro corazón a Jesús y a su mensaje de amor y fraternidad. Haznos, Señor tierra fértil que recibe la semilla del Reino con alegría.

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