EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 2 de junio de 2016

"¿Qué Mandamiento es el primero de todos?

“El Evangelio de Hoy”: Mc12, 28b-34

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos."
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios." Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.
                       
Reflexión

En una religión llena de leyes, mandamientos, preceptos y ritos que cumplir, llega un momento en que uno se siente inseguro y no sabe realmente qué es lo más importante. Cuando esta inseguridad es pedagógica nos hace buscar nuevas maneras de acercamiento a Dios y a los hermanos. Creo que esa es la actitud de este escriba al acercarse a Jesús preguntando por lo esencial. La respuesta de Jesús es una oración que todos los judíos rezaban al amanecer de cada día: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6, 4-5) queda unido indisolublemente con el mandamiento de “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18).

Los dos mandamientos, convertidos en uno solo, quedan propuestos para la humanidad como el mandamiento mayor y principal. Amar a Dios y amar al prójimo es mucho más importante que todos los holocaustos y sacrificios juntos. Ahora lo que nos falta es encontrar la forma de vivir este mandamiento sin convertirlo en una formalidad aérea. Jesús, antes de despedirse definitivamente de sus discípulos les recordaba nuevamente lo esencial: ámense unos a otros como yo les he amado.

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