EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 1 de septiembre de 2015

¿QUE TIENE SU PALABRA?

 “El Evangelio de Hoy”: Lc 4, 31-37

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús le intimó: "¡Cierra la boca y sal!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen". Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca. Palabra del Señor

REFLEXIÓN

¿Qué tiene su palabra? Esta pregunta que se hace la gente frente a Jesús y su actuación puede ayudarnos a nosotros a preguntarnos ¿Qué tiene la nuestra? ¿Cuál es el peso de nuestras palabras, nuestras conversaciones, qué  aportan a  las personas que nos rodean? Creo que  es muy importante que  nosotros como creyentes  en Jesús recuperemos el valor y el significado de nuestras palabras. Hemos perdido mucha autoridad debido a la mentira, a las calumnias y los insultos que expresan nuestras palabras. Sin embargo, las palabras de Jesús aportaban salud, alegría, paz y bienestar en general, pues eran dichas con autoridad, con verdadero deseo de servir y fundamentar la vida de sus hermanos y hermanas. También nosotros tenemos  el poder de  aportar vida, salud, mejoría y alegría a nuestros contemporáneos. Contamos con el Espíritu de Jesús, no dejemos su espacio a otros espíritus reduccionistas de nuestra dignidad.


En gran poder y autoridad de Jesús es su amor y ternura vividos a favor de los más necesitados. Esa es la fuerza capaz de liberar y regenerar la confianza y la esperanza. Jesús tiene el poder de devolver la plenitud de vida a todos los que entran en contacto con él, en particular a las personas enfermas. El pueblo sencillo le reconoce ese poder y señala cómo este mismo poder lo diferencia de otros líderes religiosos, como los fariseos y los letrados. Jesús nos ha dado ese poder a todos los que le seguimos y aceptamos la misión que nos encomienda. Hoy nos toca a nosotros decirle sí y, dejándonos de trivialidades y tonterías, comenzar a valorar a los demás como personas dignas. Desvivirnos por mejorar su calidad de vida. En esa misma medida, mejorará nuestra vida cristiana, nuestra fe y nuestra esperanza. ¿Qué valor le damos a las palabras de Jesús? ¿Cuál es el peso de nuestras palabras? Pasemos a los hechos, sirvamos desde lo que somos y tenemos.

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