EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 23 de marzo de 2015

JUSTICIA GENERADORA DE VIDA

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 8,1-11

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Jesús no condena, ni a la mujer ni a quienes la acusan. Su actitud frente a ellos y ella no busca la complicidad ni el consuelo mutuo frente a la realidad generalizada. Jesús ofrece el camino de la conversión, del cambio de vida. Jesús no puede apoyar un comportamiento social injusto que condena a las debilitadas mujeres mientras que sus sínicos verdugos campean y dominan todos los escenarios de su desigual sociedad. La justicia de Dios es justicia para la vida, no para la muerte. En el horizonte de su justicia está la redención, el perdón de los pecados. En ese sentido, la muerte del pecador cierra la puerta a cualquier posibilidad de enderezar su rumbo.


No hay perdón sin amor. La reconciliación no es el resultado de la humillación del pecador, sino el encuentro de dos personas. La misericordia de Dios no nos exime de la necesidad de la conversión: “Anda, y en adelante no peques más”. Si Dios actuara condenando al pecador, cuál sería nuestra suerte. La reacción de Jesús frente a la acusada de adulterio revela su delicadeza y ternura, su capacidad para creer en el otro y la otra y su confianza en la restauración de las personas. Hoy es el día para aprender de Jesús, para vivir la misericordia y el perdón como hermanos y hermanas que somos. Construyamos una sociedad justa. Al modo de la justicia de Dios. 

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