EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 30 de abril de 2014

AMAR HASTA ENTREGAR TODO

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 3,16-21

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Evangelio de Hoy es un llamado a creer en Jesús, a aceptar su propuesta de vida y no rechazarla, a elegir la luz en lugar de las tinieblas. En la manera de vivir se verifica la aceptación o el rechazo a Jesús: “el que obra conforme a la Verdad se acerca a la luz”. Obrar la verdad significa compartir la suerte de los hombres y mujeres que sufren los males e injusticias del mundo desde el compromiso del amor que nos salva. Tenemos que trabajar de manera que los que nos rodean sientan que su vida es importante y que no pasará. Ayudar a crear confianza en la vida, la vida que Jesús nos muestra como eterna. La eternidad se deja ver en la cotidianidad al abrazar los valores transcendentes que Jesús nos ha enseñado. Comencemos acentuando la fraternidad entre nosotros. Vivamos como lo que somos en Jesús: hermanos y hermanas. Todo lo otro irá resultando más evidente. Así vivió Jesús y aunque lo mataron está vivo salvándonos para siempre.

sábado, 26 de abril de 2014

NUESTRA MISIÓN: EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

“El Evangelio de Hoy”: Mc 16,9-15

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Al igual de los primeros discípulos y discípulas de Jesús, nosotros somos enviados hoy a proclamar, a enseñar, a testimoniar el Evangelio. La Iglesia existe para eso, no para controlar la respuesta de la gente ante el anuncio de ese evangelio. Lo que Jesús nos dice es "Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación." La mejor manera de vivir esta misión es encarnando el contenido de este evangelio, aunque sabemos que no es nada fácil. San Marcos hace un resumen apretado de las experiencias vivida por la comunidad de Jesús, después de resucitar. La incredulidad se presenta como una limitación a la evangelización. Ya habíamos visto esta incredulidad en su versión de miedo y temor. La fe es la única arma con que nosotros contamos para atravesar los momentos difíciles de nuestra vida, pues sabemos que somos frágiles, limitados e impotentes en distintas circunstancias de nuestra vida. Así que atendamos al envío de Jesús y encontremos una manera de responder a la necesidad de vivir y anunciar el evangelio hoy. Buen fin de semana y que Jesús de la misericordia les contagie de su amor.

jueves, 24 de abril de 2014

SER TESTIGOS DE JESÚS VIVO

 “El Evangelio de Hoy”: Lucas 24,35-48

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a ustedes." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué se alarman?, ¿por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo."
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Evangelio de Hoy nos muestra presenta a Jesús encontrándose con sus discípulos y haciéndole ver que ellos deben ser sus testigos en el mundo. Su tarea no ha terminado en la cruz. “Vosotros sois mis testigos”. Los seguidores de Jesús están desanimados y llenos de miedo. Están llenos de terror; solo sienten turbación e incredulidad; todo aquello les parece demasiado hermoso para ser verdad. Jesús les regenera su fe. Lo más importante es que no se sientan solos. Lo han de sentir lleno de vida en medio de ellos. “Paz a vosotros… ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?”.
Cuando olvidamos la presencia viva de Jesús en medio de nosotros; cuando no es más que un fantasma sin vida; cuando lo hacemos opaco e invisible con nuestros protagonismos y conflictos; cuando la tristeza nos impide sentir todo menos su paz; cuando nos contagiamos unos a otros, pesimismo e incredulidad… estamos negando la Resurrección. Si no hay testimonio de vida no hay seguimiento de Jesús. Somos llamados a fijarnos bien de Jesús, alegrarnos con sus palabras y ser sus testigos en nuestro mundo.

miércoles, 23 de abril de 2014

JESÚS CAMINA CON NOSOTROS Y NOS EXPLICA LAS ESCRITURAS.

 “El Evangelio de Hoy” 
Lc 24,13-35

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traen mientras van de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El texto de hoy nos muestra a dos discípulos decepcionados de Jesús que se dirigen hacia Emaús tratando de olvidar, sin poder, el tiempo compartido con Jesús y su grupo. Su experiencia con Jesús no le había bastado para creerle cuando él les hablaba de la resurrección y de la vida sin fin. Ellos, al igual que nosotros estaban centrados en sus intereses: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel”. Se habían hecho unas expectativas diferentes a las de Jesús piensa y actúas. Ellos y nosotros pensamos mucho de manera egoísta, centrados en nosotros mismos,  y Jesús, piensa en la dignidad de todos y todas los que se sienten necesitados de algo o de alguien.

Por eso Jesús les comenta las Escrituras, mostrándole los pasajes que explican los acontecimientos acaecidos a él durante su vida, su muerte y su resurrección. Creer en la Resurrección, percibir todos sus alcances es un proceso que requiere tiempo. Para ello hay que saber leer las Escrituras. La Biblia nos recuerda que a Jesús lo encontramos en los excluidos y sufrientes del mundo. Al compartir la vida, acogiendo como los discípulos de Emaús acogieron a Jesús y compartieron su pan le reconocemos presente y acompañándonos todos los días. Eso es lo que puede cambiar la tristeza en gozo y convertirnos en testigos de la Resurrección como los discípulos de Emaús. Ánimo, volvamos a nuestra vida contentos de saber que El Resucitado nos acompaña en las buenas y en las malas, no nos recrimina sino que va con nosotros y nos explica las Escrituras.

martes, 22 de abril de 2014

EL RESUCITADO ENVÍA A MARÍA MAGDALENA A LA MISIÓN

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 20,11-18

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios de ustedes." María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El martes de la Octava de Pascua nos regala la experiencia vivida por María Magdalena con el resucitado. Ella lo busca entre los muertos pero él está vivo. María llora como nosotros lloramos a los que queremos cuando mueren y ya no los podemos ver físicamente o tocar y hablarles con normalidad. Pero Jesús no pierde tiempo y le envía a testimoniar la resurrección. A veces queremos justificar lo injustificables y decimos que Jesús jamás envió en misión a las mujeres sino a los hombres. Pero hoy estamos leyendo este trozo del evangelio donde Jesús se muestra resucitado a María Magdalena y le encomienda una misión hacia sus discípulos. Esto prueba que Jesús no hace distinción de personas a la hora de escogernos y enviarnos a evangelizar.


Todos y todas podemos escuchar su voz y responder generosamente a su llamado. Hombres y mujeres estamos llamados a consagrarnos al anuncio del resucitado después de haber tenido un encuentro personal con él. La fe en la resurrección de Jesús y las experiencias vividas con El Resucitado no pueden quedar en nuestra intimidad sino que se convierten en envíos misioneros. Como Iglesia tenemos que renovarnos y encontrar la manera de estructurar caminos de realización de la vocación de las mujeres en todos los órdenes dentro de la misión evangelizadora que Jesús encomienda a la Iglesia. “Anda, ve a mis hermanos y diles”… 

lunes, 21 de abril de 2014

CREER Y VIVIR LA RESURRECCIÓN

 “El Evangelio de Hoy”: Mateo 28,8-15

Lectura del santo evangelio según san Mateo: 

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alégrense." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengan miedo: vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán." 
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ustedes dormían, Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y los sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy. Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN 

Debería darles vergüenza ese tipo de reacción de prevaricación, mentira, corrupción y acusación falsa frente a un acontecimiento tan extraordinario y positivo para los seres humanos. La resurrección de Jesús no es solamente su resurrección, es un paso definitivo y trascendente para toda la humanidad y para la creación entera. Todos y todas aspiramos a trascender los límites de la muerte. Jesús nos muestra el camino para ir más allá y vivir la plenitud de dignidad que Dios ha querido siempre para su pueblo. La vida aprovechada y disfrutada como un don precioso a compartir con los demás como verdaderos hermanos y hermanas que se quieren, se sirven mutuamente y se respetan, posibilitando el desarrollo integral de todos, todas y cada ser humano. 

La resurrección realiza nuestra esperanza y nos proyecta hacia la eternidad. Ahora podemos vivir, afrontar los problemas y limitaciones de nuestra realidad y morir sin miedo a éste transito desconocido. Para compartir la resurrección de Jesús tenemos que compartir su vida hecha de encuentros y Buena noticia para todos. La recompensa es mayor que la inversión. Es la alegría de vivir acompañándonos e impulsándonos los unos a los otros y la promesa de eternizar toda esa buena experiencia positiva compartida en esta vida. Si vivimos dejándonos conducir por el Espíritu de Jesús, ya hemos comenzado, en pequeño, a vivir la resurrección.

domingo, 20 de abril de 2014

HA RESUCITADO

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 20, 1-9

Lectura del santo evangelio según san Juan:

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.

Reflexión

La resurrección de Jesús es una gran Noticia. Confirmamos que Dios se complace en la vida. Ya Jesús había dicho que su misión era la de proporcionarnos vida en abundancia. Hoy sabemos que quienes viven como Jesús, siguiendo su ejemplo no mueren pues él es la resurrección y la vida. La muerte no tiene ningún poder sobre él. Está vivo. Ha resucitado y no podemos más que confesarlo y "seguirlo", "persiguiendo su Causa", obedeciendo a Dios,

Creer en la resurrección es afirmar que su enseñanza y su práctica tienen validez eterna y suprema, es necesario, siguiendo a Jesús, luchar a favor de la vida. Creer en la resurrección de Jesús es creer que su palabra, su proyecto y el Reino que anuncia,  expresan el valor fundamental de nuestra vida. Es poder tratar a los que nos rodean con cariño y delicadeza pues son nuestros hermanos y hermanas.

Me parece que nos falta la autenticidad de la fe para poder dejar que el Espíritu del resucitado realmente nos sostenga y anime. Lo importante no es solamente creer en Jesús, sino creer como Él. No es tener fe en Jesús, sino tener la fe de Jesús: su actitud ante la historia, su opción por los pobres, su propuesta, su lucha decidida, su confianza y esperanza hasta el último momento. Que Jesús resucitado nos regale su fuerza renovadora para afrontar nuestra vida con espíritu decidido y combatiente.  Feliz pascua de resurrección.

jueves, 17 de abril de 2014

JUEVES SANTO, VIVAN EN MEMORIA MÍA

“El Evangelio de Hoy” Jn 13,1-15

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde." Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás." Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo." Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza." Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También ustedes no están limpios, aunque no todos." Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios."
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman "el Maestro" y "el Señor", y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Jesús pasó  la tarde del Jueves Santo, la última tarde de su vida, en Jerusalén en el círculo de sus discípulos, probablemente también en compañía de las mujeres que habían ascendido a la ciudad santa con él. Jesús y sus discípulos celebran la pascua judía. En esta celebración Jesús invita a sus discípulos a rememorar los acontecimientos compartidos hasta ese momento y a asumirlos como un programa de vida y salvación. De todas las palabras y los gestos compartidos esa tarde, los discípulos recuerdan y dan testimonio de la fracción del pan y de la copa de vino compartida. Nosotros hemos tomado esa parte y hemos creado la celebración de la Eucaristía. Así hemos interpretado su exhortación: “Hagan esto en conmemoración mía”, partir y compartir el pan, beber compartiendo la copa. Pero sabemos que lo que Jesús quiere que hagamos en su memoria va mucho más allá de celebrar la Eucaristía como un rito o un culto.

Jesús quiere que vivamos como él vivió, que amemos a los otros sin diferenciaciones como él lo hiso, que perdonemos sin condición alguna cómo él perdonó a los pecadores de su tiempo. Quiere que en memoria suya no mintamos, seamos fieles, y que, sobre todas las cosas, vivamos el mandamiento del amor en fraternidad. “Un mandamiento nuevo les doy, que se amen unos a otros como yo les he amado. Para todo esto, Jesús es nuestro alimento: “tomen, coman todos y todas de él, porque este es mi cuerpo que será entregado por ustedes. Tomen y beban todos de él porque este es el cáliz de mi sangre que será derramada por ustedes”. Su cuerpo y su sangre significan su vida integral. Su trato, su acogida, su cercanía, su capacidad para perdonar y abrir posibilidades a las personas que encuentra en su vida.

Nuestro sacerdocio ministerial ha de ser vivido en este contexto de servicio a los hermanos y hermanas como lo hizo Jesús y como lo simbolizó lavando los pies de sus amigos, él a quien ellos llamaban Maestro y Señor. El Evangelio de Hoy, La institución de la Eucaristía, del sacerdocio servicial y del amor a los demás que hoy celebramos, dan para hablar mucho más que lo que yo he comentado. Pero también sabemos que lo importante es tomar el ejemplo de Jesús y seguir profundizando nuestra respuesta a su llamado a dejarnos alimentar por él y todo lo que Él es y vive.

miércoles, 16 de abril de 2014

MIÉRCOLES SANTO: TRAICIÓN

“El Evangelio de Hoy” Mt. 26, 14-25

Lectura del santo evangelio según san Mateo: 

En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué están dispuestos a darme si se lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. 
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: vayan a casa de Fulano y díganle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos". Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: les aseguro que uno de ustedes me va a entregar. 
Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es. Palabra del Señor. 

REFLEXIÓN

 Miércoles Santo: La Traición. Si el traicionero fuera uno solamente no fuera nada. Lo malo es que nosotros, cada quien en sus momentos traicionamos el amor que Jesús nos tiene. No es cuestión de entregar a alguien a la muerte sino de vivir de espalda a lo que Jesús nos ha enseñado como fundamental para la vida duradera: la verdad, la fraternidad y la justicia como elementos indispensables en la construcción del Reino de Dios. Cada vez que decidimos hablar mentira por cualquier tontería, en cada ocasión que anteponemos lo material a lo humano, todas las veces que somos indiferentes frente a quienes necesitan de nosotros, traicionamos a Jesús entregándolo a la pasión y a la muerte. Así que dejémonos de condenar a Judas y comencemos a tomar en serio el Evangelio para poder ser fieles a aquél que es capaz de lo que sea por salvarnos. Vivamos hoy la amistad con Jesús y la fraternidad entre hermanos y hermanas.

martes, 15 de abril de 2014

MARTES SANTO, TRAICIÓN Y NEGACIÓN VERSUS GLORIFICACIÓN

“El Evangelio de Hoy”: Jn 13, 21-33. 36-38.

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecha. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Evangelio del Martes Santo sigue llamándonos a profundizar en el conocimiento del misterio de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesús. Jesús no busca provocar la pena en sus discípulos, no quiere que le tengan pena. Él continúa formando a sus seguidores en la toma de conciencia de su realidad humana y del proceso de crecimiento al que tienen que hacer frente para poder ser fieles a la voluntad de Dios. Para el evangelista Juan, la Pascua es para Jesús, la hora de su glorificación y la glorificación de su padre: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él”. Jesús desea consumar la voluntad de Dios y pareciera apresurar ahora los acontecimientos: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”, disipando cualquier duda sobre la firmeza de su decisión. La determinación de Jesús contrasta con la de sus discípulos: uno lo traicionará, otro lo negará tres veces en minutos. No olvidemos que cuando la Biblia nos habla de Judas, nos está planteando la realidad del conjunto de sus seguidores. Y lo m Sólo después ismo pasa con Pedro y su fanfarronería. Todos tendrán que vencer sus propios miedos y temores como preparación para seguir a Jesús en los mismos términos que él se los plantea. ¿Cómo traicionamos y negamos a Jesús hoy? ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de nuestro seguimiento de Jesús? Avancemos con Jesús hacia su pasión y su muerte para triunfar con él en la resurrección.

lunes, 14 de abril de 2014

LUNES SANTO, JESÚS DE FIESTA EN BETANIA

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 12, 1-11

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando)
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tienen con ustedes, pero a mí no siempre me tienen.
Una muchedumbre de judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Ya estamos viviendo la Semana Santa. Los textos de la liturgia nos hablan del sufrimiento de Jesús. Jesús se detiene, como de costumbre, en Betania para compartir con sus amigas Marta y María y su hermano lázaro a quien había reanimado después de haber sido enterrado. Sus amigos aprovechan para ofrecer una fiesta en su honor en presencia de mucha gente curiosa y contenta de ver a Lázaro devuelto a la vida. Pero siempre aparece alguien que desentona con el ambiente de alegría y que siembra la duda y la sospecha.
Jesús no ignora a Judas ni lo juzga o condena por su actitud, más bien Jesús revela como un mensaje profético el gesto de María. Lo que hace María con Jesús está fuera de toda lógica económica. Es un acto de delicadeza y de agradecimiento por la amistad de Jesús. Al derramar el caro perfume sobre los pies de Jesús, María responde con locura ante el loco amor de Dios capaz de entregar su propio hijo a la humanidad. Al iniciar la Semana Santa somos invitados a entrar en comunión de vida con Jesús y a ir más allá de las lógicas puramente humanas para comprender la acción de Dios a favor nuestro.

domingo, 13 de abril de 2014

LA PASIÓN Y LA MUERTE DE JESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Mt 26, 14-27, 66

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo:

C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
C. Pedro le replicó:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve, Maestro!"
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos contestaron:
S. "Es reo de muerte".
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo negó delante de todos diciendo:
C. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó él con juramento:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos dijeron:
S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. "¿A quién quieren que les suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Barrabás".
C. Pilato les preguntó:
S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron todos:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Pilato insistió:
S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo contestó:
S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos"!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. (Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías llama éste".
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:
S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.  Palabra del Señor.   

Reflexión


El largo relato de la pasión nos presenta a Jesús procesado, condenado y ejecutado por las autoridades religiosas y política. Jesús vivió dando vida, curando a los enfermos, animando a los deprimidos, perdonando a los pecadores y anunciando el Reino de Dio. Por eso no podemos atribuirles actitudes masoquistas ni suicidas. Nunca afirmó que el sufrimiento fuera bueno o querido por Dios. Tenemos que superar de una vez por todas el pensar que Dios nos pide sacrificio, dolores o hambre y sufrimientos. La causa de la ejecución de Jesús fue y sigue siendo hoy su compromiso con los más necesitados de una manera clara y sencilla. El no huía a las amenazas ni se escondía o reculaba. Su misión lo hacía profundizar cada vez con más fuerza su entrega y fidelidad al proyecto de Dios de construir un mundo cada vez más digno y humano para todos y todas. Cuando a nosotros nos visite algún problema, dificultades y demás situaciones, enfermedades y vivámoslas con  Fe y esperanza.