EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 6 de diciembre de 2014

"AL VER A LAS GENTES SE COMPADECÍA DE ELLAS"

“El Evangelio de Hoy” Mt 9,35–10,1.6-8

Lectura del santo evangelio según san Mateo:  
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; roguen, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. 
A estos doce los envió con estas instrucciones: «Vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis.»
Palabra del Señor

Reflexión
En aquel tiempo, Jesús realizó su actividad pública trayendo vida y esperanza a tanta gente necesitada de una palabra de consuelo, de un gesto amable, de una práctica curativa que humanizara tanta exclusión, tanto desprecio. Jesús derrochaba la ternura del Padre por sus hijos e hijas y en cada gesto, en cada palabra, en cada acción era para los demás, como una realización concreta de su encarnación.
En nuestro tiempo, la Iglesia realiza su actividad evangelizadora con una gran conciencia misionera. Se sabe enviada porque hoy también andamos desorientados, como ovejas sin pastor. Todo el anuncio y la práctica misionera de la Iglesia tiene como modelo a Jesús: hay que anunciar el Reino de Dios, para que penetre en las mentes y los corazones; ser compasivos ante tantas enfermedades y dolencias y traducir esa compasión con prácticas sanadoras, reconciliadoras.
Él mismo dijo a sus discípulos de ayer y con ellos, a los discípulos de todos los tiempos, que la mies es abundante y los obreros pocos, que roguemos al dueño de la mies.
Como Iglesia no tenemos ninguna excusa para no participar en la actividad salvífica que nos ha confiado el Señor. Las instrucciones están dadas. Se requieren discípulos de entrañable amistad con el maestro; misioneros llenos de fe y esperanza en el incansable esfuerzo de amar y servir. Como Jesús, vayamos a curar, a rescatar la vida, a limpiar el cuerpo maltratado por tantas situaciones inhumanas. Echemos fuera los demonios de este tiempo dispersos en el egoísmo, las injusticias, los vicios, las guerras, el irrespeto por la vida,... Y hagámoslo con la generosidad conque se nos ha dado a nosotros.

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