EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 11 de octubre de 2014

"DICHOSOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA Y LA CUMPLEN"

El Evangelio de Hoy: Lc 11,27-28

Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
Después de esta breve y precisa expresión de Jesús ya no hay ninguna duda. Son dichosos los que escuchan la Palabra de Dios. Quienes la escuchan y la ponen en práctica, por supuesto. Porque escuchar no es solo oír. El vínculo que une la persona de fe a Jesús no es un lazo sanguineo, no es una tribu de pertenencia, no son asentimientos a cuestiones dogmáticas o tradiciones. La familia de Jesús está orientada al Reino, donde todos son hijos e hijas de Dios.

Como acostumbra Jesús, sus planteamientos obligan a descolocarse, a repensar el sentido de identidad y pertenencia a un proyecto que no podemos reducir a nuestros intereses, que no podemos reivindicar por méritos propios. Escuchar y poner en práctica la Palabra. Y recordamos la mujer, María, que hizo de su vida un Sí a Dios. Que escuchaba la Palabra y practicaba la obediencia amorosa a su proyecto, que guardaba todo esto en su corazón. Allí no se cuestiona el vínculo Madre-Hijo. Allí se pone claro que la vida no está reducida a vínculos particulares, que el Reino de Dios no es de mi familia, sino que nos hace a todos familia. Esa relación se hace universal, nos hace fraternos y cercanos.

"Dichosos..." ¿No es lo que deseamos cada día? ¿No es lo que buscamos con tantos afanes? Jesús llama dichosos a quienes escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Revisemos nuestro círculo de criterios y valores alrededor de los cuales construimos nuestro bienestar, a ver hasta donde abarca, a quienes incluimos y a quienes dejamos fuera, en fin, ¿qué nos hace felices? ¿Nos sentimos dichosos de esta pertenencia a un proyecto de vida y esperanza, a una búsqueda universal de la fraternidad? ¿Hemos encontrado el tesoro escondido que nos libera de apegarnos a las pequeñas propiedades que nos distancian de los demás, que nos hacen egoístas? ¿Cuánta dicha disfrutamos y compartimos?

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