EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 2 de agosto de 2014

"HERODES MANDÓ DECAPITAR A JUAN"

El Evangelio de hoy: Mt 14,1-12


Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.» 
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.» 
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús. 
Palabra del Señor

Reflexión
El proceder del virrey Herodes roza la superstición, la cobardía, la mala conciencia, los excesos del poder. Juan Bautista, profeta, molestoso por su testimonio al servicio de la verdad, es apresado y finalmente asesinado. Juan es portador de la verdad confirmada en su propio estilo de vivir y testimoniar.
¿Qué decir de tanto dolor y tanta sangre derramada? ¿De tantos inocentes hoy víctimas del hambre, las enfermedades, las guerras, la indiferencia, las persecusiones? ¿Cómo estar en sintonía con la voluntad de Dios, que es vida y esperanza ante el sufrimiento del mundo?
El salmista clama al Señor para que le escuche. Él mismo describe su situación ante Dios. El clamor de los pobres Dios lo escucha. Él no desprecia a sus cautivos. ¿No serán las palabras del salmista la situación de mucha gente en el mundo que sigue clamando por justicia? ¿Hemos escuchado nosotros ese grito desgarrador y a la vez esperanzado del Salmo 68? ¿No hemos padecido ese mismo abandono, esa misma tragedia, esa misma indefensión?
A la muerte del Bautista sus discípulos no abandonaron su proyecto. En Jesús encontraron al Maestro que los comprometería de manera definitiva, aquel mismo que Juan había anunciado como el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. 

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