Lectura del santo evangelio según san
Marcos:
En aquel tiempo, los discípulos de Juan
y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
"Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué
los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los amigos
del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con
ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí
que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado;
porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden
el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos." Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús nos ha prometido estar con
nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Acompañados de él vivimos la
experiencia del amor. Amor que se vuelve práctico y que inventa nuevas maneras
de servicio y de vida fraterna. Esa es la práctica que Jesús nos ha dejado para
agradar a Dios produciendo vida entre quienes nos rodean y nosotros. Cualquier
otra práctica, por piadosa y antigua que sea es secundaria, lo primero es el
amor, es el seguimiento de Jesús. El ayuno que Jesús nos ha enseñado es la
cercanía al otro y a la otra, el perdón, la misericordia, la atención amorosa
que transforma y hace presente su Reino. Nuestra penitencia debe estar
orientada por la de Jesús: negarnos a mentir, negarnos a seguir las corrientes
sociales injustas, estar siempre a favor de la vida aunque eso nos cueste la
nuestra y protestar (y ahí puede entrar el ayuno), contra todo lo que maltrata,
disminuye y quita vida.
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