EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 11 de enero de 2013

EL AMOR CONCRETO DE JESÚS, EL PUEDE


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 5,12-16

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar. Palabra del Señor.

Reflexión

En El Evangelio de Hoy,  la enfermedad se consideraba como consecuencia de una enfermedad moral. Al curar el cuerpo del leproso, Jesús toma conciencia de que su predicación inaugura la victoria sobre el mal. En esta escena encontramos un resumen de la situación que se da en el mundo cuando el Hijo de Dios viene a nosotros. Están, frente a frente, el poder y la misericordia de Dios por un lado, y nuestra terrible situación pecadora por el otro. El leproso representa a la humanidad alejada de Dios en una situación de impureza.  San Juan nos ha estado diciendo en sus cartas que Dios es amor y Jesús nos revela la concreción del amor de Dios viviendo la misericordia a favor de enfermos y personas necesitadas en general.
 
En nuestro mundo crecen las necesidades y las limitaciones. Aunque nuestra sociedad de jacta de exhibir grandes avances científicos y tecnológicos, se viven hambrunas, guerras, injusticias y desigualdades por doquier. El evangelista nos describe el encuentro y la actitud de Jesús ante un enfermo afectado por la lepra. El hombre dice solamente: “Si quieres puedes limpiarme”. Reconoce su situación y al mismo tiempo confiesa la capacidad y el poder de Dios. Es el grito de la humanidad que reconoce su verdadera situación y admite que está dividida y que se ha alejado de Dios. Y, ante todas las tentaciones y dificultades, la oración es un remedio eficaz. No es el único medio pero puede ayudarnos a utilizar los demás medios  de manera serena y confiada en la promesa de Dios.

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