”El Evangelio de Hoy”:
Juan 10,1-10
Lectura del Santo Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
Les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas,
sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por
la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas
atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca
fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas
lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán
de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús, les puso esta comparación, pero
ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido
antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo
soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y
encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y
hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. Palabra del Señor.
Reflexión
Invitada
LA PUERTA
Jesús propone a un grupo de
fariseos un relato metafórico en el que critica con dureza a los dirigentes
religiosos de Israel. La escena está tomada de la vida pastoril. El rebaño está
recogido dentro de un aprisco, rodeado por un vallado o un pequeño muro,
mientras un guarda vigila el acceso. Jesús centra precisamente su atención
sobre esa «puerta» que permite llegar hasta las ovejas.
Hay dos maneras de entrar en
el redil. Todo depende de lo que uno pretenda hacer con el rebaño. Si alguien
se acerca al redil y «no entra por la puerta», sino que salta «por
otra parte», es evidente que no es el pastor. No viene a cuidar a su
rebaño. Es «un extraño» que viene a «robar, matar y hacer daño».
La actuación del verdadero
pastor es muy diferente. Cuando se acerca al redil, «entra por la puerta»,
va llamando a las ovejas por su nombre y ellas atienden su voz. Las saca fuera
y, cuando las ha reunido a todas, se pone a la cabeza y va caminando delante de
ellas hacia los pastos donde se podrán alimentar. Las ovejas lo siguen porque
reconocen su voz.
¿Qué secreto se encierra en
esa “puerta” que legitima a los verdaderos pastores que pasan por ella y que
desenmascara a los extraños que entran «por otra parte», no para cuidar
del rebaño sino para hacerle daño? Los fariseos no entienden de qué les está
hablando aquel Maestro.
Entonces Jesús les da la clave
del relato: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas». Quienes
entran por el camino abierto por Jesús y le siguen viviendo su evangelio, son
verdaderos pastores: sabrán alimentar a la comunidad cristiana. Quienes entran
en el redil dejando de lado a Jesús e ignorando su causa, son pastores
extraños: harán daño al pueblo cristiano.
En no pocas Iglesias estamos
sufriendo todos mucho: los pastores y el pueblo de Dios. Las relaciones entre
la Jerarquía y el pueblo cristiano se viven con frecuencia de manera recelosa,
crispada y conflictiva: hay obispos que se sienten rechazados; hay sectores
cristianos que sienten marginados.
Sería demasiado fácil
atribuirlo todo al autoritarismo abusivo de la Jerarquía o a la insumisión
inaceptable de los fieles. La raíz es más profunda y compleja. Hemos creado una
situación muy difícil. Hemos perdido la paz. Vamos a necesitar cada vez más a
Jesús.
Hemos de hacer crecer entre
nosotros el respeto mutuo y la comunicación, el diálogo y la búsqueda sincera
de verdad evangélica. Necesitamos respirar cuanto antes un clima más amable en
la Iglesia. No saldremos de esta crisis si no volvemos todos al espíritu de
Jesús. El es “la Puerta”. JOSÉ ANTONIO
PAGOLA