EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 12 de enero de 2012

"La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio"


Jueves 12 de enero del 2012. “El Evangelio de Hoy”: Marcos 1, 40-45.

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme". Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero: queda limpio". La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. El lo despidió, encargándoles severamente: "No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés. Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Reflexión.
Los dominicanos y dominicanas iniciamos hoy la novena en honor a Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del pueblo dominicano. Buena ocasión para renobar nuestras fuerzas y reanimarnos en el seguimiento de Jesús.

Hoy comtemplamos, una vez más, los elementos centrales de la manifestación o revelación de Dios a la humanidad a través de Jesús. Jesús no vino a decir lo que estaba mal y a condenarlo, vino a aportar la fuerza curativa del problema. El principal problema no era la lepra de los enfermos sino la condición marginal en que la sociedad y sus instituciones tenían a los empobrecidos. Jesús siente por este enfermo, se emociona al ver su situación y quiere y decide ayudarlo. La fuerza del sentimiento y la decisión salvan aquel hombre y lo reintegran a su comunidad humana.

Esta experiencia de cercanía y atención que vive el leproso con Jesús es de tal grandeza o magnitud que no lo puede callar por más que jesús se lo pida. La emoción le hace gritar por todas partes que finalmente él ha sido liberado de la marginalidad, que alguien le ha prestado atención, se ha fijado en él y le ha mostrado su cariño y su respeto. El milagro no se opera sólamente en la piel del enfermo sino en su corazón, en su estado de ánimo y en sus relaciones con los demás.

Recordemos que el Evangelio no es una noticia de algo que pasó hace dos mil años. Es la presencia de Jesús vivo y verdadero que nos acompaña hoy y nos invita a dejarnos limpiar y a involucrarnos en la limpieza de los otros que como nosotros están embarrados de injusticias, desigualdades, egoísmos y todo lo que nos separa de los demás que son nuestros hermanos. Permitamos que nos alcance la compasión y el favor de Dios, no seamos samuros y tercos frente a  su oferta de vida y salvación. Continuemos como aquel antiguo leproso, dando a conocer su presencia salvadora en medio de una sociedad incrédula que tiene como Dios al mercado, las riquezas y todos sus deribados consumistas. Que la Virgen de la Altagracia, cuya novena iniciamos hoy, nos inspira a acoger con alegría y determinación, la gracia de Dios.

martes, 10 de enero de 2012

Martes 10 de enero del 2012. “El Evangelio de Hoy”:
Les enseñaba con autoridad
Marcos 1, 21-28. Lectura del santo evangelio según san Marcos: Llego Jesús a Cafarnaúm y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús lo increpó: "Cállate y sal de él". El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen". Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Reflexión. La enseñanza no es una tarea fácil. Todos y todas tenemos nuestros conocimientos ya acumulados. Nuestra historia personal se va configurando día a día con las distintas experiencias que vamos viviendo. Recibir una enseñanza y asumirla se vuelve un ejercicio arduo y crítico para que pueda ayudarnos a crecer y madurar. Jesús enseña con autoridad. Su enseñanza y la manera de hacerlo son nuevas. Su novedad consiste en su cercanía a la gente, su acogida y comprensión de su realidad. Los recursos utilizados por Jesús son del conocimiento de todos sus auditores. Sus fundamentos son extraídos de las escrituras y de la tradición popular. La gente que acude a escuchar a Jesús se siente identificada con él. Sus preocupaciones son enfocadas por Jesús de manera directa, y las soluciones propuestas son eficaces e incluyentes. Quienes le escuchan sienten que Él está de su parte. Esto despierta y llama a la conversión y al seguimiento. Todos nosotros, seguidores de Jesús contamos con su autoridad para vivir nuestra fe y comunicarla a los demás. Somos invitados e invitadas a continuar la misión de Jesús. El anuncio de la Buena Noticia es hoy más necesario que nunca en una sociedad plagada de situaciones lacerantes que matan, desaniman y enfrían a cualquier ser humano. Los espíritus inmundos de las injusticias sociales, de la desigualdad vergonzante en que vivimos, de la corrupción galopante y penetrante, de las enfermedades incurables por falta de recursos y el negocio inhumano de la medicina, de la búsqueda de riquezas a como dé lugar, del egoísmo personal,… tiene que ser expulsado con autoridad, la autoridad del amor fraterno y la justicia social. La autoridad del servicio desinteresado. La autoridad de la entrega mutua a favor del bien que humaniza. Dios nos acompañe con su fuerza espiritual, con su autoridad dadora de vida y nos anime en nuestra misión de seguidores de Jesús
Juan Tomás García Pichardo

El Bautismo del Señor

P. Juan García Pichado
Lectura del santo evangelio según san Marcos: 
En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto." 

Reflexión invitada. Fiesta del Bautismo de Jesús.

EL ESPÍRITU DE JESÚS
Jesús apareció en Galilea cuando el pueblo judío vivía una profunda crisis religiosa. Llevaban mucho tiempo sintiendo la lejanía de Dios. Los cielos estaban “cerrados”. Una especie de muro invisible parecía impedir la comunicación de Dios con su pueblo. Nadie era capaz de escuchar su voz. Ya no había profetas. Nadie hablaba impulsado por su Espíritu.
Lo más duro era esa sensación de que Dios los había olvidado. Ya no le preocupaban los problemas de Israel. ¿Por qué permanecía oculto? ¿Por qué estaba tan lejos? Seguramente muchos recordaban la ardiente oración de un antiguo profeta que rezaba así a Dios: “Ojalá rasgaras el cielo y bajases”.
Los primeros que escucharon el evangelio de Marcos tuvieron que quedar sorprendidos. Según su relato, al salir de las aguas del Jordán, después de ser bautizado, Jesús «vio rasgarse el cielo» y experimentó que «el Espíritu de Dios bajaba sobre él». Por fin era posible el encuentro con Dios. Sobre la tierra caminaba un hombre lleno del Espíritu de Dios. Se llamaba Jesús y venía de Nazaret.
Ese Espíritu que desciende sobre él es el aliento de Dios que crea la vida, la fuerza que renueva y cura a los vivientes, el amor que lo transforma todo. Por eso Jesús se dedica a liberar la vida, a curarla y hacerla más humana. Los primeros cristianos no quisieron ser confundidos con los discípulos del Bautista. Ellos se sentían bautizados por Jesús con su Espíritu.
Sin ese Espíritu todo se apaga en el cristianismo. La confianza en Dios desaparece. La fe se debilita. Jesús queda reducido a un personaje del pasado, el Evangelio se convierte en letra muerta. El amor se enfría y la Iglesia no pasa de ser una institución religiosa más.
Sin el Espíritu de Jesús, la libertad se ahoga, la alegría se apaga, la celebración se convierte en costumbre, la comunión se resquebraja. Sin el Espíritu la misión se olvida, la esperanza muere, los miedos crecen, el seguimiento a Jesús termina en mediocridad religiosa.
Nuestro mayor problema es el olvido de Jesús y el descuido de su Espíritu. Es un error pretender lograr con organización, trabajo, devociones o estrategias diversas lo que solo puede nacer del Espíritu. Hemos de volver a la raíz, recuperar el Evangelio en toda su frescura y verdad, bautizarnos con el Espíritu de Jesús:
No nos hemos de engañar. Si no nos dejamos reavivar y recrear por ese Espíritu, los cristianos no tenemos nada importante que aportar a la sociedad actual tan vacía de interioridad, tan incapacitada para el amor solidario y tan necesitada de esperanza. José Antonio Pagola.