Lectura del santo evangelio según san
Lucas:
En aquel tiempo, dijo uno del público a
Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia."
Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?"
Y dijo a la gente:
"Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno -ande
sobrado, su vida no depende de sus bienes."
Y les propuso una parábola:
"Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:
"¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo:
"Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes,
y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a
mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come,
bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta
noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así
será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios." Palabra del
Señor.
Reflexión
El Evangelio de Hoy no tiene como
objetivo meternos miedo. Se trata de recordarnos que nuestra vida debe ser bien aprovechada para
desarrollar buenas actitudes fraternas. Dios nos ha creado y nos ha regalado
para siempre la libertad absoluta. No podemos dejarnos robar la libertad que
Dios nos ha conferido amorosamente. La libertad no solamente nos la roban los tiranos, los gobiernos o los
jefes, también puede ser ocupada por actitudes, por los bienes materiales y por
intereses particulares distintos.
¿Qué significa acumular riquezas ante
Dios? Creo que es vivir de manera que cultivemos nuestra condición
humana, que seamos más humanos, más dignos y hagamos de nuestra vida un
servicio a la vida y a los que nos rodean, particularmente a quienes más nos
necesitan. Nuestra seguridad no consiste en tener todo calculado, ni en tener
vienes acumulados. La seguridad nos viene de la confianza que depositamos en
Dios que nos permite compartir lo que somos y tenemos sin miedo ni tacañerías.
En el Evangelio de Hoy Jesús nos invita a desafiar los parámetros
seguridades mundanas con el cultivo de la espiritualidad como auténtica fuente
de seguridad y felicidad. Para él, la vida es más que la suma de los procesos
biológicos, económicos y sociales. La vida es un don y, como tal, debe ser a su
vez donada en abundancia, ya que la vida, como bien principal, no se puede
retener, pero sí se puede entregar. La herencia que Jesús nos ha dejado es
precisamente ese espíritu de vida, amor y felicidad. Pidámosle a Jesús que nos
ayude a poder valorar realmente la vida y a compartirla alegremente en el día a
día de nuestra existencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario