EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 21 de septiembre de 2012

MISERICORDIA NO SACRIFICIO


“El Evangelio de Hoy”: Mateo 9,9-13

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Anden, aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores." Palabra del Señor.
 

Reflexión
Una de las características más fascinante de Jesús es la de detenerse junto a las personas con las que se encuentra en su camino (…vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme."…) Nosotros los seres humanos tenemos la capacidad de interacción, somos sociables, nos llena de fortaleza el sabernos acompañados en la vida. La soledad nos reduce y minimiza nuestras capacidades humanas. El Evangelio de Hoy nos invita a detenernos frente a los otros e interpelarlos positivamente, a dar las oportunidades necesarias a los demás para que desarrollen todo su potencial en un proceso libre, respetuoso y responsable.    
Al detenerse ante una persona religiosamente insignificante y de alguna manera repugnante, Jesús se enfrenta con unos grupos fanáticos, como los fariseos, que promueven una religión para gente fuerte, para personas que pueden avasallar a los demás con sus creencias. Mateo no era parte de los pobres, pero sí de los excluidos. En su condición de cobrador de impuestos vivía amenazado por los grupos piadosos. Jesús promueve una religión para todas estas personas que han sido debilitadas por la pobreza, la marginación social y la exclusión religiosa. Estas personas no son culpables de su condición, pero sí tienen la posibilidad de redimirse mediante la aceptación del mensaje transformador de Jesús. Una de las particularidades  que el Creador ha puesto en la humanidad es la de hacerse consciente de su realidad, valorarla y poder hacer ajustes y cambios. La conversión es uno de los pasos más importante que puede vivir un ser humano.
A partir de su propia experiencia, el evangelista San Mateo nos recuerda tres enseñanzas importantes: la primera, Jesús ha venido a redimir a quienes están postrados; segunda, la clave de su enseñanza y de su acción es la misericordia o el amor de Dios; tercera, son los pecadores, y no los que se creen justos, quienes tienen la prioridad en la misión de Jesús. Hoy tenemos el mismo desafío. Debemos renunciar a la violenta mentalidad que nos impone la cultura social y que nos lleva a marginar a las personas con carencias económicas o con problemas de integración religiosa. Nuestra tarea no es alejarlos o excluirlos, sino acogerlos e invitarlos a participar de esa mesa común que es la vida cristiana. Atendamos al llamado de Jesús como mateo y seamos capaces de llamar a otros y otras a seguir a Jesús acogiendo su Buena Noticia de que somos amados por Dios.

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