Lectura del santo evangelio según san
Lucas:
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús
su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: "Tu madre y
tus hermanos están fuera y quieren verte." Él les contestó: "Mi madre
y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por
obra." Palabra del Señor.
Reflexión
Los familiares de Jesús
enfrentaron un dilema semejante al que nosotros ahora enfrentamos: o se acercan
por su propia iniciativa o se quedan fuera. Jesús ya ha formado una escuela a
la que su familia se asoma de cuando en cuando, aunque no sin cierto recelo.
Incluso los vecinos alarman a los familiares de Jesús, ya que, al verlo, dicen
que “está fuera de sí”.
Muchos cristianos
afrontan un problema similar. Sienten que Jesús les parece simpático, incluso
novedoso, pero o bien no les gusta mucho formar parte del grupo heterogéneo que
anda tras él; o bien, piensan que su enseñanza es o muy fuerte o muy idealista.
Son cristianos sin iglesia; cristianos sin cristianismo o, incluso, cristianos
sin Jesús; es decir, son cristianos del atrio, pero no de la comunidad.
Pero, como decían los antiguos:
“el cristiano no nace, se hace”. Seguir a Jesús significa arriesgarse a formar
parte de ese grupo de personas que, no obstante su origen heterogéneo, es capaz
de compartir un propósito común y un estilo de vida. Seguir a Jesús es asumir
su ideal de evangelizar a los más pobres, a los excluidos, a los desesperados.
¿Somos cristianos del atrio o de la comunidad? (Koinonía).
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