EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 13 de septiembre de 2012

LA ÉTICA Y MORAL DE JESÚS


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 6, 27-38

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que les odian, bendigan a los que les maldicen, oren por los que les injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos les traten. Pues, si aman sólo a los que les aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen. Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada: tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desgraciados. Sean compasivos, como su Padre es compasivo; no juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará; les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que usen la usarán con ustedes.  Palabra del Señor.

Reflexión

Jesús enseña a sus seguidores cómo vivir para siempre. Lo hace con su práctica de vida y con sus palabras. El evangelio de hoy nos propone lo que sería el núcleo de una ética comunitaria. La ética tiene como finalidad identificar los principios que orientan la vida común de un grupo humano y, al mismo tiempo, adecuar esos principios para cada momento y circunstancia particular. La moral que Jesús nos enseña y que los evangelios recogen no está construida de detalles en el vestir o en prácticas religiosas, sino de actitudes frente a la realidad y de relaciones humanas respetuosas fundadas en el amor mutuo y la compasión.
El camino de salvación y realización humana mostrado por Jesús es completamente diferente al que observamos en los parámetros sociales de ayer y de hoy. Regularmente partimos de nosotros y nuestros gustos, aspiraciones y necesidades. Jesús nos invita a salir de nosotros y mirar y valorar a los demás. El mandato de “amar a los enemigos” que nos propone la ética cristiana se refiere a dos ámbitos distintos: la comunidad y la sociedad. A nivel comunitario no puede haber enemigos, ya que, si se comparte el mismo ideal, estilo de vida y espiritualidad, las diferencias en cuanto a la posesión de las cosas se pueden remediar de acuerdo a las necesidades reales. A nivel social, el amor a los enemigos significa no transformar las diferencias en un grito de guerra. Jesús mismo trata a sus oponentes con máxima caridad, lo que no le impide decirles la verdad y exigirles el debido respeto a las personas y a la ley. La práctica de Jesús, su manera de ser y reaccionar le da una autoridad única frente a sus leales y a sus adversarios.
La diferencia entre los creyentes en Jesús, sus seguidores o discípulos y los que no son cristianos o creyentes no hay que buscarlo en la manera de vestir o de rezar sino en la manera de tratar a los demás, en la manera de reaccionar, especialmente frente a personas con comportamientos y prácticas diferentes, frente a los enemigos. Los contemporáneos de Jesús se resistieron de distintas maneras a su propuesta ética y moral, hasta eliminarlo clavándolo en la cruz. Nosotros tenemos el desafío de transformar las relaciones al interior de la comunidad cristiana y, fuera de la comunidad, a nivel social. No podemos permitir que nuestras comunidades se conviertan en foco de conflictos e injusticias en las que se reproduce la guerra social. Dejemos que el Espíritu de Jesús nos invada y nos impulse a iniciar un camino ascendente de cambios en nuestra manera de vivir y tratar a los demás y de relacionarnos con Dios. Es la única manera de acceder a su Reino.

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