EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 30 de septiembre de 2012

UN LENGUAJE DURO


“El Evangelio de Hoy”: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

Lectura del santo evangelio según san Marcos:
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidan, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que les dé a beber un vaso de agua, porque siguen al Mesías, les aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga." Palabra del Señor.

Reflexión invitada: "UN LENGUAJE DURO"  
 
Para Jesús, lo primero dentro del grupo de sus seguidores es olvidarse de los propios intereses y ambiciones y ponerse a servir, colaborando juntos en su proyecto de hacer un mundo más humano. No es fácil. A veces, en vez de ayudar a otros creyentes, les podemos hacer daño.

Es lo que preocupa a Jesús. Que, entre los suyos, haya quien «escandalice a uno de esos pequeños que creen». Que, entre los cristianos, haya personas que, con su manera de actuar, hagan daño a creyentes más débiles, y los desvíen del mensaje y el proyecto de Jesús. Sería desvirtuar su movimiento.
Jesús emplea imágenes extremadamente duras para que cada uno extirpe de su vida aquello que se opone a su estilo de entender y de vivir la vida. Está en juego «entrar en el reino de Dios» o quedar excluido, «entrar en la vida» o terminar en la destrucción total.
El lenguaje de Jesús es metafórico. La «mano» es símbolo de la actividad y el trabajo. Jesús empleaba sus manos para bendecir, curar y tocar a los excluidos. Es malo usarlas para herir, golpear, someter o humillar. «Si tu mano te hace caer, córtatela» y renuncia a actuar en contra del estilo de Jesús.
También los «pies» pueden hacer daño si nos llevan por caminos contrarios a la entrega y el servicio. Jesús caminaba para estar cerca de los más necesitados, y para buscar a los que vivían perdidos. «Si tu pie te hace caer, córtatelo», y abandona caminos errados que no ayudan a nadie a seguir a Jesús.
Los «ojos» representan los deseos y aspiraciones de la persona. Pero, si no miramos a las personas con el amor y la ternura con las que miraba Jesús, terminaremos pensando sólo en nuestro propio interés. «Si tu ojo te hace caer, córtatelo» y aprende a mirar la vida de manera más evangélica.
¿Cómo se le ocurrió a Jesús esa figura trágica y, al mismo tiempo, cómica de un hombre manco, cojo y tuerto entrando en la plenitud de la vida?, ¿qué sintió la gente al oírle hablar así?, ¿cómo podemos reaccionar nosotros? Por muy dolorosas que sean, si los cristianos no hacen opciones que aseguren la fidelidad a Jesús, su proyecto no se abrirá camino en el mundo.

sábado, 29 de septiembre de 2012

ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL


“El Evangelio de Hoy”: Juan 1,47-51

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."  Palabra del Señor.

Reflexión

Celebramos la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Cuando hablamos de Ángeles fácilmente vienen a nuestra cabeza preguntas en el orden de su existencia  y las figuras con las que se les representa en el mundo religioso. Debemos ir más allá  de lo meramente físico. La palabra ‘ángel’ significa ‘mensajero’ y establecen un contacto fluido y permanente entre el cielo, como ámbito de la presencia de Dios, y el mundo, como espacio específicamente humano. En la Biblia aparecen siempre en los momentos críticos de la historia del pueblo de Dios para animar a los líderes y para comunicarles la trascendencia de su misión.
 
No en todas las épocas de la historia de Salvación se hablado de ángeles. Merecen una mención especial precisamente su aparición al inicio de la vida de Jesús, para ayudar a María y a José a comprender la naturaleza y el alcance de la misión que Dios les encomienda. Luego, en el momento de la resurrección ayudan a las seguidoras, Magdalena y las otras mujeres, a comprender que la memoria de Jesús no está entre los monumentos fúnebres, sino que él marcha al frente de su comunidad hacia la misión, en el resto del mundo. Últimamente ha aparecido una corriente o movimiento que dentro de nuestra Iglesia o fuera de ella hablan mucho de ángeles y portan mensajes y visiones atípicas.
 
Y nosotros que experiencia vivimos en el orden de la angiología. Para nosotros ¿quiénes son los Ángeles? Hoy debemos preguntarnos qué personas, realidades o situaciones son portadoras de un mensaje de Dios para nosotros. No podemos esperar que “seres con alas” se nos aparezcan de improviso para indicarnos el camino de realización de la vocación cristiana. Debemos confiar en los seres de al lado, en todas las personas que comparten con nosotros esta búsqueda de la voluntad de Dios. El discernimiento de lo que Dios quiere parte desde la realidad de cada día y trasciende nuestra historia. Dios tiene un mensaje de salvación para ti y para mi hoy y ese mensaje de fraternidad y justicia podemos compartirlo para hacerle la vida más llevadera a quienes nos redean. Seamos ángeles para los demás.

viernes, 28 de septiembre de 2012

JESÚS ES EL MESÍAS


 “El Evangelio de Hoy”: Lucas 9, 18-22

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas". El les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios". El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día". Palabra del Señor.

Reflexión

Continuamos profundizando nuestra reflexión sobre la identidad de Jesús. Muchos lo ven como profeta en la línea de los grandes profetas que el pueblo ha conocido. Jesús no tiene problema con que lo piensen como profeta pues sabe muy bien cómo terminan estos. Los discípulos también conocen la suerte de los profetas. En realidad Jesús va en la misma línea pero la supera. A lo que Jesús le dedica su atención es a la confesión que Pedro hace en nombre de los doce: “Tu eres el Mesías de Dios”. Sabemos que la gente esperaba el cumplimiento de la promesa de Dios de enviarles un Mesías salvador de tipo político avasallador de los demás pueblos que pondría en alto a Israel y su gente.
Jesús se esfuerza en explicarles a sus discípulos que él “no es el Mesías triunfante, bien sea un guerrero invencible o un poderoso gobernante, sino el ungido misericordioso, capaz de acoger a los pecadores, sanar a los enfermos y orientar a la multitud. El mesianismo de Jesús no pasa por los palacios regios ni por el gran Templo; sí pasa por los campos, caminos y aldeas donde la esperanza de una justicia posible aún no se ha perdido. El pueblo pobre no sueña con paraísos imposibles, sino con una vida digna en la que las necesidades vitales estén al alcance del trabajo diario, y los recursos no estén sujetos a los caprichos de los gobernantes”. Por eso, el final de este corto texto del Evangelio de Hoy es el aviso de su pasión, muerte y resurrección.
 
Hoy nos toca a nosotros buscar el sentido que tiene el mesianismo de Jesús para nuestra Iglesia y nuestro mundo. Sólo siguiendo a Jesús podremos alcanzar la realización humana y la salvación eterna. Su Evangelio nos revela al Dios cercano y amigo que desde su amor y misericordia hace todo por liberarnos.   

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿QUIÉN ES JESÚS PARA MI?

“El Evangelio de Hoy”: Lucas 9, 7-9

Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo. Palabra del Señor.
 

Reflexión

Jesús llama a la atención de  la gente. Muchos son los que se hacen la pregunta sobre su identidad. La misión de los Doce ha incrementado notablemente el impacto que Jesús produce en la sociedad de su tiempo. Tanto es así que inclusive uno de los reyes, Herodes, comienza a preocuparse y ve en él una continuación de la acción del profeta Juan, aunque con mayor poder y bajo unos signos excepcionales. Pero el interés de Herodes no pasaba de ser una curiosidad personal y una preocupación política. Su inquietud no le viene de un deseo de cambio y de adhesión a su causa.
 Pero Jesús no puede ser simplemente un personaje de moda. Al igual que estos personajes, mucha gente se interesa por Jesús, bien sea por su fama, por su acción profética, por los milagros que se le atribuyen o, incluso, por lo novedoso de su enseñanza. Y esta curiosidad ya es un buen punto de partida, pero es insuficiente si no se da el paso de seguirlo a él por el camino del conocimiento personal. La experiencia profunda de un Dios que nos ama y nos acompaña en nuestras búsquedas hay que vivirla en el encuentro personal con Jesús, su palabra su ternura.
No todos los que se hacen la pregunta de quién es Jesús son gente de fama. A diferencia de los grandes personajes, una masa anónima de gente pobre y marginada busca a Jesús para aprender de él, para escuchar su mensaje de salvación. Pero sólo un diminuto grupo de personas se atreve a acompañarlo por el camino hacia Jerusalén, y un grupo aún más reducido continúa su misión después de su muerte para anunciar su resurrección. El Evangelio de Hoy nos invita a preguntarnos quién es Jesús para nosotros, en qué grupo de buscadores de Jesús nos situamos nosotros, qué pasos damos para vivir un encuentro personal con Jesús.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

ENVIADOS CON PODER Y AUTORIDAD



“El Evangelio de Hoy”: Lucas 9, 1-6

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; tampoco lleven túnica de repuesto. Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si alguien no los recibe, al salir de aquel pueblo sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa".
Ellos de pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes. Palabra del Señor.

Reflexión

El anuncio del Reino de Dios es la misión de Jesús y para llevarla a cabo él envía a sus discípulos con poder y autoridad. El poder que él les transmite es el de amar incondicionalmente a todos los seres humanos, especialmente a los pobres y pecadores. La autoridad es la que nace de una interpretación transformadora de la Escritura. A diferencia del poder de dominación que todos los grupos religiosos y políticos utilizan para manipular a las demás personas, Jesús ejerce un poder restaurador que reconcilia a los seres humanos entre sí, con la naturaleza y con Dios.
 
Los discípulos no tienen que inventar nada, su misión no es propia, aunque deben realizarla desde lo que son y sienten. Su  misión es continuación de la que Jesús mismo realiza: luchar contra el mal, sanar las dolencias, liberar de las esclavitudes y anunciar la Buena Noticia. La exigencia es la misma que él asume: libertad en el camino y gratuidad en la casa. Han de recordar siempre el modo de vida, la manera como Jesús vive y actúa. El anuncio es acompañado de signos, de iniciativas comunitarias tendentes a dejar ver la presencia de Dios actuando a favor de su pueblo. Estos signos muestran también la fuerza comunitaria transformadora de todo aquello que daña la dignidad humana y la construcción de una fraternidad capaz de superar toda miseria y todo sufrimiento gratuito y sin sentido.
 
Finalmente, Jesús exige a sus seguidores ser sencillos, humildes, pobres (como él). El exceso de equipaje y de medios retrasaría la actividad evangelizadora. La construcción de casas propias les haría instalar y distraería de lo fundamental. El evangelio que los discípulos y discípulas comunican cambiará la situación de todas las personas que lo acepten y lo practiquen. Como discípulos de Jesús tenemos la oportunidad y la misión de llevar su mensaje reconciliador, dignificante a todas las situaciones y lugares, para que la autoridad de la libertad y el poder del amor transformen todas las situaciones que no responden  a la justicia y la fraternidad que expresan la presencia del Reino de Dios.

martes, 25 de septiembre de 2012

LA FAMILIA DE JESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Lucas 8, 19-21

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte." Él les contestó: "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra." Palabra del Señor.

Reflexión
Los familiares de Jesús enfrentaron un dilema semejante al que nosotros ahora enfrentamos: o se acercan por su propia iniciativa o se quedan fuera. Jesús ya ha formado una escuela a la que su familia se asoma de cuando en cuando, aunque no sin cierto recelo. Incluso los vecinos alarman a los familiares de Jesús, ya que, al verlo, dicen que “está fuera de sí”.  
Muchos cristianos afrontan un problema similar. Sienten que Jesús les parece simpático, incluso novedoso, pero o bien no les gusta mucho formar parte del grupo heterogéneo que anda tras él; o bien, piensan que su enseñanza es o muy fuerte o muy idealista. Son cristianos sin iglesia; cristianos sin cristianismo o, incluso, cristianos sin Jesús; es decir, son cristianos del atrio, pero no de la comunidad.
Pero, como decían los antiguos: “el cristiano no nace, se hace”. Seguir a Jesús significa arriesgarse a formar parte de ese grupo de personas que, no obstante su origen heterogéneo, es capaz de compartir un propósito común y un estilo de vida. Seguir a Jesús es asumir su ideal de evangelizar a los más pobres, a los excluidos, a los desesperados. ¿Somos cristianos del atrio o de la comunidad? (Koinonía).

domingo, 23 de septiembre de 2012

¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?


“El Evangelio de Hoy”: Marcos 9, 30-37

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutían por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado." Palabra del Señor.

Reflexión Invitada: ¿POR QUÉ LO OLVIDAMOS?

Camino de Jerusalén, Jesús sigue instruyendo a sus discípulos sobre el final que le espera. Insiste una vez más en que será entregado a los hombres y estos lo matarán, pero Dios lo resucitará. Marcos dice que “no le entendieron y les daba miedo preguntarle”. En estas palabras se adivina la pobreza de los cristianos de todos los tiempos. No entendemos a Jesús y nos da miedo ahondar en su mensaje.
Al llegar a Cafarnaún, Jesús les pregunta: “¿De qué discutíais por el camino?”. Los discípulos se callan. Están avergonzados. Marcos nos dice que, por el camino, habían discutido quién era el más importante. Ciertamente, es vergonzoso ver al Crucificado acompañado de cerca por un grupo de discípulos llenos de estúpidas ambiciones. ¿De qué discutimos hoy en la Iglesia mientras decimos seguir a Jesús?
Una vez en casa, Jesús se dispone a darles una enseñanza. La necesitan. Estas son sus primeras palabras: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. En el grupo que sigue a Jesús, el que quiera sobresalir y ser más que los demás, se ha de poner el último, detrás de todos; así podrá ver qué es lo que necesitan y podrá ser servidor de todos.
La verdadera grandeza consiste en servir. Para Jesús, el primero no es el que ocupa un cargo de importancia, sino quien vive sirviendo y ayudando a los demás. Los primeros en la Iglesia no son los jerarcas sino esas personas sencillas que viven ayudando a quienes encuentran en su camino. No lo hemos de olvidar.
Para Jesús, su Iglesia debería ser un espacio donde todos piensan en los demás. Una comunidad donde estamos atentos a quien nos puede necesitar. No es sueño de Jesús. Para él es tan importante que les va a poner un ejemplo gráfico.
Antes que nada, acerca un niño y lo pone en medio de todos para que fijen su atención en él. En el centro de la Iglesia apostólica ha de estar siempre ese niño, símbolo de las personas débiles y desvalidas, los necesitados de apoyo, defensa y acogida. No han de estar fuera, junto a la puerta. Han de ocupar el centro de nuestra atención.
Luego, Jesús abraza al niño. Quiere que los discípulos lo recuerden siempre así. Identificado con los débiles. Mientras tanto les dice: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí…acoge al que me ha enviado”.
La enseñanza de Jesús es clara: el camino para acoger a Dios es acoger a su Hijo Jesús presente en los pequeños, los indefensos, los pobres y desvalidos. ¿Por qué lo olvidamos tanto? José Antonio Pagola.

sábado, 22 de septiembre de 2012

EL SEMBRADOR Y LA TIERRA


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 8, 4-15

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando". Palabra del Señor.

 
Reflexión

Las parábolas son fragmentos de la vida ordinaria, que nos ayudan a comprender la extraordinaria lógica de Dios. El evangelio de hoy nos ofrece un modelo de esa enseñanza de Jesús en la parábola del sembrador y, al mismo tiempo, nos conserva un testimonio de la comprensión de los primeros cristianos en la explicación que sigue a continuación.
 
La parábola nos explica en el lenguaje cotidiano la lógica de Dios al sembrar con generosidad, sin reparar demasiado en la calidad de los terrenos. La explicación nos hace entender cómo la eficacia de la Palabra de Dios reside en la calidad de las personas que la acogen. La generosidad divina se aúna a la respuesta humana; una y otra constituyen la condición de posibilidad de la obra salvífica de Dios.
 
La evangelización junta lo extraordinario de la acción de Dios con lo ordinario de nuestra condición humana, para que los frutos alimenten a las nuevas generaciones de seguidores de Jesús. Cada creyente debe despejar las aves del oportunismo y la ambición, la cizaña del consumismo y de la cultura de la superficialidad, para ofrecer un buen terreno a esa palabra que Jesús siembra a diario en nuestro corazón. Si tenemos oído para su palabra, tendremos boca para comunicarla. (Koinonía)

viernes, 21 de septiembre de 2012

MISERICORDIA NO SACRIFICIO


“El Evangelio de Hoy”: Mateo 9,9-13

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Anden, aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores." Palabra del Señor.
 

Reflexión
Una de las características más fascinante de Jesús es la de detenerse junto a las personas con las que se encuentra en su camino (…vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme."…) Nosotros los seres humanos tenemos la capacidad de interacción, somos sociables, nos llena de fortaleza el sabernos acompañados en la vida. La soledad nos reduce y minimiza nuestras capacidades humanas. El Evangelio de Hoy nos invita a detenernos frente a los otros e interpelarlos positivamente, a dar las oportunidades necesarias a los demás para que desarrollen todo su potencial en un proceso libre, respetuoso y responsable.    
Al detenerse ante una persona religiosamente insignificante y de alguna manera repugnante, Jesús se enfrenta con unos grupos fanáticos, como los fariseos, que promueven una religión para gente fuerte, para personas que pueden avasallar a los demás con sus creencias. Mateo no era parte de los pobres, pero sí de los excluidos. En su condición de cobrador de impuestos vivía amenazado por los grupos piadosos. Jesús promueve una religión para todas estas personas que han sido debilitadas por la pobreza, la marginación social y la exclusión religiosa. Estas personas no son culpables de su condición, pero sí tienen la posibilidad de redimirse mediante la aceptación del mensaje transformador de Jesús. Una de las particularidades  que el Creador ha puesto en la humanidad es la de hacerse consciente de su realidad, valorarla y poder hacer ajustes y cambios. La conversión es uno de los pasos más importante que puede vivir un ser humano.
A partir de su propia experiencia, el evangelista San Mateo nos recuerda tres enseñanzas importantes: la primera, Jesús ha venido a redimir a quienes están postrados; segunda, la clave de su enseñanza y de su acción es la misericordia o el amor de Dios; tercera, son los pecadores, y no los que se creen justos, quienes tienen la prioridad en la misión de Jesús. Hoy tenemos el mismo desafío. Debemos renunciar a la violenta mentalidad que nos impone la cultura social y que nos lleva a marginar a las personas con carencias económicas o con problemas de integración religiosa. Nuestra tarea no es alejarlos o excluirlos, sino acogerlos e invitarlos a participar de esa mesa común que es la vida cristiana. Atendamos al llamado de Jesús como mateo y seamos capaces de llamar a otros y otras a seguir a Jesús acogiendo su Buena Noticia de que somos amados por Dios.

jueves, 20 de septiembre de 2012

PERDON Y AMOR


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 7, 36-50

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora". Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El respondió: "Dímelo, maestro". Jesús le dijo: "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Supongo que aquel a quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente".
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se le perdona, poco ama". Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados". Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz". Palabra del Señor.
 

Reflexión
 

En las culturas orientales los deberes de la hospitalidad son sagrados. Si una persona invita a otra a su casa, se obliga a brindarle las mejores atenciones y el mejor trato. Jesús le reprocha a Simón, su anfitrión, el hecho no haber sido muy cortés durante la cena a la que había sido invitado. En cambio, la mujer pecadora, a pesar de su reputación, rinde homenaje a Jesús, digno de su condición de profeta. Las dos actitudes revelan la percepción que Simón y la pecadora tienen de Jesús: Simón lo descalifica con sus pensamientos negativos, mientras la mujer lo glorifica con sus acciones.
 
A nosotros nos puede pasar algo similar con Jesús. Puede que pensemos que él es importante o, incluso, que consideremos que debería tener más importancia, pero con toda seguridad no observamos los deberes de hospitalidad hacia él. El primero de ellos es escucharlo, en su palabra y en la palabra que otras personas nos comunican sobre él. Si no estamos dispuestos a acoger a Jesús y a configurarnos con él, de nada nos sirve aclamarlo como Mesías. El segundo deber de hospitalidad es darle un puesto preferente y central en nuestra casa, de modo que él se sienta acogido y atendido. De lo contrario, ¿qué clase de anfitriones seríamos? (Koinonía).

miércoles, 19 de septiembre de 2012

CONVERSIÓN YA


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 7, 31-35

Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?
Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailan, cantamos lamentaciones y no lloran."
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Miren qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón." Palabra del Señor.

Reflexión.

Se nos está insistiendo en la necesidad de dejarnos afectar por la Buena Noticia. La indiferencia es un mal profundo que estanca y deja la historia correr a su propia suerte o en manos de las personas inescrupulosas que solo trabajan por su propio interés. Este texto evangélico es un llamado urgente a la conversión, al cambio sin demora, a implicarnos en la puesta en práctica de nuestra fe. Ni el pasado ni el futuro son mejores o peores que el presente, ahora es el momento de vivir lo que creemos, de compartir nuestra fe. Superemos nuestra incoherencia entre fe y vida.
 
Existe una tendencia que acompaña a los hombres y mujeres de todos los tiempos y es la de refugiarse ya sea en el pasado glorioso o en el futuro incierto. Jesús nos enseña que Dios se revela en el aquí y el ahora de nuestra existencia. La historia no es un cristal transparente donde miramos el éxito o el fracaso de nuestras acciones, sino el escenario donde realizamos o no la voluntad de Dios.  Para realizar su voluntad o pasarla de lado, tenemos que decidirlo conscientemente  y dar los pasos de lugar. No es algo mágico ni al azar. El cristiano aprende a bailar la música que le toquen, pero siempre marcando su propio paso.

martes, 18 de septiembre de 2012

LA COMPASIÓN DE JESUS


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 7, 11-17

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo;"
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera. Palabra del Señor.
 
Reflexión
Jesús había declarado, en la Sinagoga de Nazaret, que su misión era de anunciar la Buena Noticia a los pobres, la libertad a los cautivos… y a todos y todas, el año de gracia del Señor. Entre todos los pobres y marginados, las viudas y los huérfanos llevaban la peor parte. La misma comunidad cristiana nos da cuenta de todas las iniciativas que se tomaron para beneficiar a estas personas que a nivel social representaban un número significativo. El milagro que hoy nos presenta el evangelio representa esa profunda transformación humana que Jesús opera al interior de las más alarmantes situaciones. El público asistente ve en estos signos de Jesús una manifestación de la evidente opción de Dios por los desprotegidos. Aunque la Ley de Israel, particularmente el libro del Deuteronomio, preveía unos recursos y unos medios para socorrer a los desprotegidos sociales, la práctica era todo lo contrario. Pero nadie o casi nadie se quejaba de desacato a la Ley. Con este prodigio Jesús hace de la misericordia una Ley, ya que la función de la misma en Israel no era sólo reprimir las malas conductas, sino sobre todo, promover la solidaridad, el servicio y la justicia. La autoridad de Jesús, una vez más, consiste en amar, dejarse afectar por la situación de una viuda que llora desconsolada la muerte de su único hijo.

Pero ¿Cómo encarnar en nosotros la compasión de Jesús? ¿Tendremos que esperar a poder tener el poder de decirle literalmente a un difunto, levántate y que lo haga? Como cristianos tenemos la obligación de compartir la misión de Jesús, conservando sus opciones, estilo y enfoque. Uno de los mayores milagros que podemos obrar es el de motivar a otras personas hacia la solidaridad y el servicio. La sensibilización hacia la compasión y la caridad fraterna. Es en la compasión que se muestra el poder de Jesús. Es, sobre todo, en un corazón compasivo que se muestra la presencia de Dios actuando a favor de su pueblo, devolviendo la vida a los muertos. El texto del evangelio de hoy nos hace una invitación a revisar nuestra vida y preguntarnos dónde ponemos nosotros el punto central de nuestro crecimiento espiritual. Podremos ser intelectualmente avanzados e iluminados pero si nuestro corazón no siente con los demás, si no somos sensibles a la realidad de los que comparten nuestra condición humana, no podremos promover la vida, la alegría, la fraternidad.

lunes, 17 de septiembre de 2012

FE Y RELIGION


 “El Evangelio de Hoy”: Lucas 7, 1-10

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga". Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace". Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía dijo: "Les digo que ni en Israel he encontrado tanta fe". Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Palabra del Señor.

 
Reflexión

Este texto del Evangelio de Lucas quiere resaltar la apertura de Jesús hacia todo tipo de gente, ya sean practicantes de la religión de Jesús o no. Muestra con este tipo de gestos que Dios no hace diferencia entre las personas sino que ama y acompaña a toda persona que libremente acepta su presencia. La pertenencia a una religión o a una manera de vivir la fe en Dios ayuda en cuanto nos muestra un camino a recorrer junto a otras personas que nos acompañan y comparten nuestras vivencias personales. Pero también nos compromete con una práctica común que no puede ser adecuada a cada persona sino que es global y debemos adaptarnos a su propuesta oficial.

Jesús se admira de la fe del Centurión quien había expresado que bastaba con la palabra de Jesús para que su trabajador quedara sano. El centurión no era religioso pero colaboraba con los creyentes de su tiempo. Los simpatizantes recibían el nombre de ‘prosélitos’. La religión de Israel suponía para ellos asumir una enorme carga de exigencias que iban desde las cuestiones dietéticas y rituales hasta la circuncisión para los varones. El centurión que protagoniza el episodio de hoy se destaca por sus actos de piedad y, sobre todo, por la preocupación que muestra por los de su casa, en particular los sirvientes. No pedía por su propia salud sino por la de su sirviente enfermo.

Cómo ya la medicina de su tiempo no podía hacer nada por este enfermo, el centurión deja en manos de Dios lo que la medicina no podía solucionar. Su actitud es admirada por Jesús, quien ve en él unas capacidades y, sobre todo, una fe que escaseaba con frecuencia entre sus correligionarios. El cristianismo debe, al igual que Jesús, cultivar esa capacidad de admirar las muestras de fe que se manifiestan de manera maravillosa en personas que practican otras religiones o que, incluso, aun no practicando ninguna, viven los valores del evangelio de manera excepcional. La fe no es una cuestión de rituales o de partidas de bautismo, sino de poner la vida al servicio de los demás en los gestos de la vida cotidiana. Somos invitados a vivir nuestra fe y nuestra pertenencia a la Iglesia de manera profunda e integral, buscando y practicando el bien como Jesús lo hizo y lo hace hoy.

domingo, 16 de septiembre de 2012

TOMAR EN SERIO A JESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Marcos 8, 27-35

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!" Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará." Palabra del Señor.

Reflexión Invitada: TOMAR EN SERIO A JESÚS

El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: “¿Quién decís que soy yo?”. En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: “Tú eres el Mesías”. Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios y los discípulos lo siguen para colaborar con él.

Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús “empezó a instruirlos”. No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco

Desde el principio les habla “con toda claridad”. No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento lo acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final, será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Sólo al resucitar se verá que Dios está con él.

Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para “increparlo”. Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer comprender a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.

Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartar a las personas de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos e increpa literalmente a Pedro con estas palabras:“Ponte detrás de mí, Satanás”: vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. “Tú piensas como los hombres, no como Dios”.

Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No las han de olvidar jamás. “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”.

Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa. José Antonio Pagola.

sábado, 15 de septiembre de 2012

LA VIRGEN DE LOS DOLORES


 “El Evangelio de Hoy”: Juan 19,25-27

Lectura del santo evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.
 
Reflexión

Los seguidores de Jesús recuerdan la figura de María de Nazaret recordando algunos de los grandes valores que la caracterizaron. Celebramos la fiesta de “Nuestra Señora de los Dolores” la cual hace memoria del camino que ella recorrió hasta la cruz. El camino de María fue particularmente difícil, ya que todo lo que hacía su hijo contradecía la mentalidad y expectativas de los poderosos de su tiempo. Al mismo tiempo, María podía ver lejos la realización de la noticia del Ángel cuando le dijo, en la Anunciación, que su hijo sería grande.
 
 Las actuaciones y actitudes encarnadas por Jesús y que lo enfrentaban a las autoridades de su tiempo son: la inclusión de mujeres en el grupo de sus seguidores, el contacto permanente con leprosos y enfermos, la comida compartida con publicanos y pecadores. Estas son algunas de las prácticas que originaron constantes conflictos con Maestros de la Ley, fariseos y herodianos. Y tal vez, lo más significativo fue el hecho de que Jesús constituyera una nueva manera de ser familia a partir de la escucha y la práctica de la palabra de Dios, lo que pudo causar mayor inquietud entre sus parientes. Todos estos acontecimientos rompen totalmente con las tradiciones judías vividas hasta el momento y constituyen la mayor originalidad de los cristianos y cristianas de ayer y de hoy, si se viven desde la óptica del amor fraterno.
 
Sin embargo, la madre guardaba sus inquietudes en el corazón y esperaba pacientemente el cumplimiento de las promesas de Dios. María supo mantener la proximidad y seguir al hijo hasta la cruz. Permanecer junto a la cruz, a pesar del dolor mortal que la embargaba, es claramente una forma de resistencia ante la violencia que el imperio le imponía al hijo amado. Lo que nos toca a nosotros hoy es amar a Jesús como María lo amó. Asumir esa capacidad de tenacidad y resistencia ante la violencia desmedida que la sociedad ejerce sobre quienes desafía los parámetros y corrientes normales de cada época. No nos conformemos con “ir donde va la gente”.

viernes, 14 de septiembre de 2012

La Exaltacion de la cruz

. «El Evangelio de Hoy»: Juan 3,13-17
Lectura del santo evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él." Palabra del Señor.

Reflexion

Estamos en la fiesta de la «Exaltación» de la Santa Cruz. Se trata de ese signo que identifica al cristianismo mundialmente, como la media luna identifica al islam o la estrella de seis puntas formada por dos triángulos equiláteros significa al judaísmo.

Dentro de la mentalidad mágica, la cruz ha tenido en la historia casi tanto valor como el Cristo que en ella fue crucificado. «La señal de la cruz» ha espantado al demonio, ha alejado las maldiciones, ha «persignado» a todos los devotos, ha sido trazada millones de veces en el aire derramando bendiciones benefactoras.
En la religiosidad popular, Cristo ha sido sobre todo el sufriente, el condenado, azotado, crucificado, varón de dolores, muerto entre sufrimientos insoportables. La cruz ha sido el signo del dolor, tanto del de Cristo como del universal. Para los cristianos, el sufrimiento de Cristo tiene referencia universal.

El primer gran peligro es esa misma «exaltación» de la cruz, por lo que pueda tener de exaltación del sufrimiento por el sufrimiento, como si tuviera un valor cristiano por sí mismo. Aún se conserva una imagen de Dios dolorista y amante del sufrimiento, que parece alegrarse cuando ve sufrir, o que sólo le da su gracia o su benevolencia al ser humano a cambio de sufrimiento. Muchas promesas, «mandas», de la religiosidad popular se hacen sobre ese esquema: yo me sacrifico, le ofrezco a Dios un daño que me hago a mí mismo, como «un pago dado a él a cambio del favor solicitado»… Este Dios ante el que lo que vale y lo que le agrada es el sufrimiento no es un Dios cristiano; la exaltación de una cruz que incluyera una imagen de Dios así no sería una exaltación cristiana.

La cruz de Cristo no debiera ser utilizada como símbolo de todo aquello que en nuestra vida humana hay de limitación estructural, de finitud natural. Esta es una dimensión natural de nuestra vida humana y la cruz de Cristo no tiene nada de «natural», sino que todo lo tiene de «histórico». En la cruz de Cristo –si no queremos caer en mixtificaciones- no entran sus dificultades y limitaciones humanas, ni las nuestras: enfermedades, limitaciones, accidentes ni la mala suerte.

La cruz de Cristo no fue un «designio de Dios», sino un designio muy humano. Jesús, por su parte, tampoco buscó la cruz: «Pase de mí este cáliz», y nunca deberá ser buscada la cruz, por sí misma, por parte de sus disciples. Ni Dios, ni Cristo «aman la Cruz», ni nosotros debemos «amarla», sino, al contrario, debemos «combatirla». La tarea del cristiano, como la de Jesús, es combatir la cruz, liberar del sufrimiento al ser humano, «hacer todo el bien que se pueda». No hay que buscar la cruz, aunque no hay que retroceder un milímetro en la Verdad y en la lucha por la Justicia, por el miedo a la cruz que nos impondrán…

En definitiva, lo que necesitamos exaltar no es la cruz, sino el coraje de Jesús, que optó por el Reino y por el amor sin temor a la cruz que estaba seguro y previó que le iban a imponer. La exaltación de la fidelidad de Jesús a la Causa del Reino es el verdadero contenido de esta fiesta.

jueves, 13 de septiembre de 2012

LA ÉTICA Y MORAL DE JESÚS


“El Evangelio de Hoy”: Lucas 6, 27-38

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que les odian, bendigan a los que les maldicen, oren por los que les injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos les traten. Pues, si aman sólo a los que les aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen. Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada: tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desgraciados. Sean compasivos, como su Padre es compasivo; no juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará; les verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que usen la usarán con ustedes.  Palabra del Señor.

Reflexión

Jesús enseña a sus seguidores cómo vivir para siempre. Lo hace con su práctica de vida y con sus palabras. El evangelio de hoy nos propone lo que sería el núcleo de una ética comunitaria. La ética tiene como finalidad identificar los principios que orientan la vida común de un grupo humano y, al mismo tiempo, adecuar esos principios para cada momento y circunstancia particular. La moral que Jesús nos enseña y que los evangelios recogen no está construida de detalles en el vestir o en prácticas religiosas, sino de actitudes frente a la realidad y de relaciones humanas respetuosas fundadas en el amor mutuo y la compasión.
El camino de salvación y realización humana mostrado por Jesús es completamente diferente al que observamos en los parámetros sociales de ayer y de hoy. Regularmente partimos de nosotros y nuestros gustos, aspiraciones y necesidades. Jesús nos invita a salir de nosotros y mirar y valorar a los demás. El mandato de “amar a los enemigos” que nos propone la ética cristiana se refiere a dos ámbitos distintos: la comunidad y la sociedad. A nivel comunitario no puede haber enemigos, ya que, si se comparte el mismo ideal, estilo de vida y espiritualidad, las diferencias en cuanto a la posesión de las cosas se pueden remediar de acuerdo a las necesidades reales. A nivel social, el amor a los enemigos significa no transformar las diferencias en un grito de guerra. Jesús mismo trata a sus oponentes con máxima caridad, lo que no le impide decirles la verdad y exigirles el debido respeto a las personas y a la ley. La práctica de Jesús, su manera de ser y reaccionar le da una autoridad única frente a sus leales y a sus adversarios.
La diferencia entre los creyentes en Jesús, sus seguidores o discípulos y los que no son cristianos o creyentes no hay que buscarlo en la manera de vestir o de rezar sino en la manera de tratar a los demás, en la manera de reaccionar, especialmente frente a personas con comportamientos y prácticas diferentes, frente a los enemigos. Los contemporáneos de Jesús se resistieron de distintas maneras a su propuesta ética y moral, hasta eliminarlo clavándolo en la cruz. Nosotros tenemos el desafío de transformar las relaciones al interior de la comunidad cristiana y, fuera de la comunidad, a nivel social. No podemos permitir que nuestras comunidades se conviertan en foco de conflictos e injusticias en las que se reproduce la guerra social. Dejemos que el Espíritu de Jesús nos invada y nos impulse a iniciar un camino ascendente de cambios en nuestra manera de vivir y tratar a los demás y de relacionarnos con Dios. Es la única manera de acceder a su Reino.